La
ejecutiva Sabrina Kendricks no creía ser de las que se convertían en
esposas y madres... hasta que conoció al millonario argentino Javier
D'Alessandro. De pronto se imaginaba compartiendo su vida con aquel
guapísimo hombre... y en la tercera cita le pidió que se casara con él.
Pero no se trataba de una locura de amor, Javier necesitaba casarse con
una británica para poder adoptar a su sobrina huérfana. Sabrina tenía
que repetirse una y otra vez que se trataba de un matrimonio de
conveniencia.
El brillo que veía en sus ojos le decía que aquello era algo más que un matrimonio de conveniencia.
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