Gwen no quería que la admiraran por su pragmatismo. Quería que la desearan... de la misma forma que ella secretamente deseaba a Jeremy.
Gwen percibía una hirviente corriente subterránea entre ellos, y se enfrentaba a una elección: seguir siendo una tímida maestra el resto de su vida o mostrarle a Jeremy una faceta de la que él aún no sabía nada. ¿Qué podía perder? ¡La Señorita Recatada estaba a punto de convertirse en la Señorita Fogosa!
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